martes, 17 de febrero de 2009


Las mentiras de los sueños me hacen estremecer,
como al pétalo marchito de una rosa, que se resiste a morir
o como si de una hoja de Otoño tardía se tratara.

Que haré ahora, si solo tengo los sueños,
que como la arena que cae de entre los dedos
yo no puedo retener; como tampoco puedo retener la sal
que con el agua del mar viene hacia mis pies desnudos,
en una tarde del verano que se apaga.

Sólo puedo cerrar los ojos,
y en la oscuridad del crepúsculo dormir
y seguir soñando siempre,
sabiendo que en la mañana desaparecerás...
Pero cada noche podré saborear de nuevo tus dulces labios
y cada día recordaré tus amargos besos, furibundos y lejanos,
en el profundo y sosegado sueño.